Durante el período helenístico, 336 a. C. y el 30 a. C., el arte y la literatura florecieron, al igual que la
investigación científica pura. Mientras la ciencia tuvo grandes avances durante este tiempo, las ciencias aplicadas fueron vistas como menos
importantes. Sin embargo, ciencias como la astronomía, la geografía, la física y las
matemáticas en particular, fueron especialmente desarrolladas. Comenzó
con la ascensión de Alejandro Magno al poder y terminó con la muerte de
Cleopatra.
Los sucesores de Alejandro Magno (Los Ptolomeos) van a atraer
a los intelectuales griegos y a convertir la ciudad en el centro cultural de todo el Helenismo, reuniendo para ello en una gran institución todos los libros y los instrumentos científicos.
Así nace el Museo (edificio consagrado a las Musas, las
protectoras de las actividades intelectuales) y la Biblioteca. Su función se extendía a la enseñanza e investigación, aunque no estaba abierta al público, sino sólo a
unos pocos privilegiados. Según relata el geógrafo Estrabón, que lo
visitó a finales del siglo I a. C:
“Encierra
un paseo, una exedra y una sala en la que se celebran las comidas en común de
los filólogos empleados en el Museo. Existen fondos comunes para el
sostenimiento de la colectividad, y un sacerdote, puesto en otros tiempos por
los reyes y hoy por el César, al frente del Museo”.
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